Tomo II
Cuando llegó el momento de abandonarles decidió quedarse. El resto de
primigenios apoyó al guía de la humanidad. Pero el joven con cuerpo de niño que tuvo
el privilegio de observar a los humanos creyó que todo eso estaba mal, comenzó
a destruir templos y símbolos de los Primigenios hasta que el Guía enfadado le
busco y le encontró. Ambos se encararon. Apoyando al Guía se encontraban quince
de los primigenios, el joven estaba solo. Solo con su hermana pequeña que para
todos era el símbolo de la destrucción y de la muerte ya que nació el mismo día
que el Líder murió.
Realmente el joven no estaba solo, su familia se escondía tras él en otro
plano de existencia mientras le observaban y le protegían mientras intentaban
no interactuar. El Guía amenazante se acercaba cada vez más al Joven. Una
guerra iba a comenzar entre ellos cuando el símbolo de la muerte, su hermana,
comenzó a convulsionar y el Sol comenzó a brillar en sus ojos, los primigenios empezaron
a morir incinerados quedando de ellos tan solo las cenizas. Los familiares del
joven saltaron a detener a su hija. El Guía huyó. Todos los demás murieron, su
hermana desapareció y el joven se quedó solo.
El imperio Egipcio continuó hacia delante sin adorar como dioses a los de su
especie, su gran tecnología profetizaba la llegada de Akenaton, el símbolo de
destrucción que representaba al Sol para los primigenios. Pero ese presagio no se
hacía realidad hasta que Roma empezó arder...
Continuará...
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