martes, 25 de septiembre de 2012

Roma arde

Tomo II


Cuando llegó el momento de abandonarles decidió quedarse. El resto de primigenios apoyó al guía de la humanidad. Pero el joven con cuerpo de niño que tuvo el privilegio de observar a los humanos creyó que todo eso estaba mal, comenzó a destruir templos y símbolos de los Primigenios hasta que el Guía enfadado le busco y le encontró. Ambos se encararon. Apoyando al Guía se encontraban quince de los primigenios, el joven estaba solo. Solo con su hermana pequeña que para todos era el símbolo de la destrucción y de la muerte ya que nació el mismo día que el Líder murió.
Realmente el joven no estaba solo, su familia se escondía tras él en otro plano de existencia mientras le observaban y le protegían mientras intentaban no interactuar. El Guía amenazante se acercaba cada vez más al Joven. Una guerra iba a comenzar entre ellos cuando el símbolo de la muerte, su hermana, comenzó a convulsionar y el Sol comenzó a brillar en sus ojos, los primigenios empezaron a morir incinerados quedando de ellos tan solo las cenizas. Los familiares del joven saltaron a detener a su hija. El Guía huyó. Todos los demás murieron, su hermana desapareció y el joven se quedó solo.
El imperio Egipcio continuó hacia delante sin adorar como dioses a los de su especie, su gran tecnología profetizaba la llegada de Akenaton, el símbolo de destrucción que representaba al Sol para los primigenios. Pero ese presagio no se hacía realidad hasta que Roma empezó arder...


                                                                                                                        Continuará...

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